domingo, 22 de diciembre de 2013

Presencias que son ausencias

¿Qué se hace con esas personas que aparecen sólo en los momentos difíciles? Que no te ayudan a crecer ni a tomar decisiones. Que no están para compartir desde lo más simple, lo más intrascendente, lo más vulgar; a lo complicado, lo que te hace sufrir, lo que te duele. Aquellos que no te acompañan en lo cotidiano: en el día a día.

Pero que al momento de saber que la muerte te pasó cerca, que estás sufriendo de verdad, se “acercan” y te brindan su ayuda incondicional. Su apoyo moral. Su abrazo a la distancia. ¡Nada más irónico que un abrazo a la distancia en un momento de mierda! El abrazo se da, se siente, se forja. Sino, ni se pronuncia.
Esas personas son como la cámara de televisión que llega después del accidente en una esquina donde los semáforos no funcionaban, pero que nunca denunciaron que esos semáforos estaban generando un peligro por no estar en servicio. O sea, no sirven de nada.

No saben nada de vos, se alejaron vaya uno a saber por qué, no quisieron ser parte de tu vida. Pero de golpe algo los apremia y tienen la necesidad de volver a estar, para no estar. De sentirse presentes sin estar presente.

Entonces me pregunto y me vuelvo a preguntar: ¿qué se hace? La respuesta no aparece. Las explicaciones a estas actitudes, tampoco. Lo único que tengo claro, es que quiero ser presencia de mis seres queridos. De brindar ayuda con hechos y no con palabras. De dar abrazos con el corazón y no besos por celular. De estar de verdad. Y no ser un presente, cuando se eligió ser pasado y no se quiere un futuro.

Lisandro Aristimuño - La Última Prosa: https://www.youtube.com/watch?v=v63LbYnR75E

lunes, 1 de abril de 2013

Las personas son un arco iris


Muchas veces me pasa que tengo esos momentos en los que uno los describe como: "me colgué", cuando te quedás mirando fijo un punto cualquiera y tenés una especie de epifanía en la que se te ocurren cosas. Hace unos días me pasó eso. Se me ocurrió pensar en las personas que conozco como si representaran un color. Claro, si uno lee un poco sobre la cromoterapia se entera que, como todo, cada color transmite algo, tranquilidad, espiritualidad, armonía, pasión, movimiento. Y las personas que nos rodean a diario nos contagian de su esencia o personalidad. Aunque a veces es solo un estadio, un momento.
A partir de ese día voy por la vida con mis lentes imaginarios en los que "mido" el color que transmite cada persona. Depende de cómo me siento yo ese día, decido si acercarme o alejarme de unos u otros. Pero hay personas que llevan su color a diario. A algunos me acerco mucho y de algunos me alejo mas.

viernes, 1 de febrero de 2013

Viajar con la mente, para salir de la rutina

Todos los días escucho a las personas quejarse de que están cansadas de la rutina, aburridas, dando vueltas siempre sobre las mismas cosas. Dentro de las actividades que hacemos a diario y no podemos modificar es el viaje que nos lleva y trae de casa al trabajo y viceversa. El mismo horario, el mismo medio de transporte, el mismo recorrido y hasta a veces el mismo chofer y los mismos pasajeros. Si prestamos atención a los rostros de quienes viajan con nosotros notas la mirada perdida, cansada, muchos durmiendo o escuchando –la misma- música de siempre.
Pero hay un pequeño porcentaje que va concentradísimo en algo, motivo por el cual a veces se pasa de la parada en que tenía que bajarse o se pierde de algún acontecimiento ocurrido en el transporte o afuera. Yo me incluyo en ese pequeño grupo que vamos leyendo libros, inmersos en una historia, viviendo otra realidad, viajando por otro paisaje y recorriendo otro camino que el que está recorriendo mi cuerpo. El viaje se pasa volando, si se demoró más o menos que otras veces por problemas de tránsito muchas veces ni me entero. Y el placer que genera conocer otras historias, contadas de tantas maneras diferentes no se compara para nada con ir mirando –las mismas- vidrieras todos los santos días. Cada cuadra recorrida es una página nueva que va quedando atrás. Una historia más que se va develando.
Por eso es que propongo que capitalicemos nuestro tiempo en leer lo que más nos gusta, libros, revistas, lo que sea, pero aprovechemos el tiempo que parece perdido en algo que nos deje riqueza. Una buena lectura. Hoy, tanto a la ida como a la vuelta, éramos dos leyendo. ¡Seamos más!