viernes, 1 de febrero de 2013

Viajar con la mente, para salir de la rutina

Todos los días escucho a las personas quejarse de que están cansadas de la rutina, aburridas, dando vueltas siempre sobre las mismas cosas. Dentro de las actividades que hacemos a diario y no podemos modificar es el viaje que nos lleva y trae de casa al trabajo y viceversa. El mismo horario, el mismo medio de transporte, el mismo recorrido y hasta a veces el mismo chofer y los mismos pasajeros. Si prestamos atención a los rostros de quienes viajan con nosotros notas la mirada perdida, cansada, muchos durmiendo o escuchando –la misma- música de siempre.
Pero hay un pequeño porcentaje que va concentradísimo en algo, motivo por el cual a veces se pasa de la parada en que tenía que bajarse o se pierde de algún acontecimiento ocurrido en el transporte o afuera. Yo me incluyo en ese pequeño grupo que vamos leyendo libros, inmersos en una historia, viviendo otra realidad, viajando por otro paisaje y recorriendo otro camino que el que está recorriendo mi cuerpo. El viaje se pasa volando, si se demoró más o menos que otras veces por problemas de tránsito muchas veces ni me entero. Y el placer que genera conocer otras historias, contadas de tantas maneras diferentes no se compara para nada con ir mirando –las mismas- vidrieras todos los santos días. Cada cuadra recorrida es una página nueva que va quedando atrás. Una historia más que se va develando.
Por eso es que propongo que capitalicemos nuestro tiempo en leer lo que más nos gusta, libros, revistas, lo que sea, pero aprovechemos el tiempo que parece perdido en algo que nos deje riqueza. Una buena lectura. Hoy, tanto a la ida como a la vuelta, éramos dos leyendo. ¡Seamos más!